lunes, 18 de mayo de 2009

Venezuela: "sobran" y "faltan" libros

En una plaza del este de Caracas, un grupo de jóvenes instaló el pasado sábado unos kioskos para recibir donaciones de libros con el objeto de sustituir algunos de los 60.000 títulos que pertenecían a las bibliotecas del céntrico estado Miranda y que fueron vendidos por kilo, como pulpa de papel, durante la gestión de un gobernador oficialista.



Libros infantiles, novelas clásicas de Rómulo Gallegos, de memoria histórica... Fue variada la selección que no se salvó de la trituradora, según reseñó hace algunas semanas la prensa nacional.

Es una de las noticias más polémicas en el ámbito cultural en lo que va de año, pero no es la única: coincide con informaciones de una sequía de libros importados, que tiene preocupado a un segmento importante de la intelectualidad nacional.

En lo que va de 2009, las editoriales no han recibido dólares preferenciales para traer libros de afuera. Los pocos títulos disponibles han sido pagados a elevados precios, inalcanzables para muchos.

Mientras, portavoces oficiales hablan de un florecimiento de la producción editorial nacional, con la edición y distribución de cientos de títulos a precios asequibles.

Pero no ocultan que -al menos en lo que se refiere a pensamiento político y filosófico- gran parte de la lista se ajusta al proyecto gubernamental de ideología única.

Así, pues, no es descabellado afirmar que los anaqueles de las librerías se encuentran "revolucionados", para beneplácito de unos y frustración de otros.



Hechos pulpa

"Destruyeron los libros de Miranda por desconocimiento", le explica a BBC Mundo el actual director regional de las bibliotecas públicas de ese estado, Luis Eduardo Torres, mientras cuelga globos en los kioskos receptores de donativos.

Torres parece tratar de evitar la diatriba política, casi ineludible si se toma en cuenta que la noticia sólo salió a la luz pública después de que el gobernador oficialista, responsable de limpieza de las bibliotecas mirandinas, fue reemplazado por un líder de oposición.

Precisamente, el presidente de la fundación editorial del estado El perro y la rana, Miguel Márquez, atribuye a la mencionada política el escándalo que se armó. Según Márquez, los libros fueron desincorporados simplemente porque se encontraban en muy mal estado.

"Hay un tratamiento para la recuperación de libros dañados. Existe toda una unidad que se encarga de eso", replica el director de bibliotecas públicas del estado Miranda.

"Mantener es cuidar y cuidar es querer", rezaba un antiguo eslogan de la petrolera nacional, Pdvsa, en boga en tiempos de escasez, hace rato en desuso y quizás propicio para los vientos que soplan.

"Si no estamos trayendo libros y encima estamos descatalogando, ¿qué es lo que vamos a tener?", se pregunta José Luis García, editor de Urano Pomaire en Venezuela.



No son prioritarios

Pero echemos un capítulo para atrás. Érase una vez un país con control de cambio, donde los dólares para importaciones se otorgaban con arreglo a prioridades nacionales establecidas por el gobierno.

Los libros estaban de primero en el orden de prioridades hasta el año pasado, cuando descendieron un puesto. Entonces el flujo de dólares se secó, los trámites se multiplicaron y la historia se complicó.

"En la prioridad 1, por ejemplo, está el cartón corrugado pero no el libro. Por otra parte, no se nos han entregado los dólares para las importaciones de 2008 y nuestros proveedores nos están exigiendo que paguemos", le explica García a BBC Mundo.

"Se supone que el libro es un bien de libre comercio que debería circular sin restricciones en el mundo. Pero aquí nos estamos aislando", agrega.

"Hay muchos que no se encuentran, especialmente los técnicos y universitarios", añade la presidenta de la Cámara Venezolana del Libro, Yolanda Cajide de Fernández.
"El saber es universal, pero hay mucha restricción. Los libros que se compran a un dólar que no es preferencial resultan sumamente costosos ", apunta.

La sucursal de una famosa cadena, ubicada en la concurrida estación del metro de Chacaíto, en el este de la ciudad, parece atestiguarlo. Juan, el encargado, mata el tiempo ojeando una revista frente a los anaqueles medio desnudos de libros y huérfanos de clientes. "¿Qué es lo que más busca la gente?", le pregunta BBC Mundo.

"Libros de Stephanie Mayer y de J.K. Rowling. También libros de autoayuda y cosas como Quién se ha robado mi queso", responde. "¿Y qué es lo que no se consigue?". "Eso mismo, señorita", sentencia.

En la vidriera un par de orondos ejemplares de Harry Potter, de J.K. Rowling, que buscan dueño, lo contradicen. Pero la supervivencia de los volúmenes parece tener explicación en la etiqueta fluorescente que anuncia su precio: BsF 284 (unos US$132 a cambio oficial). En oferta.

Contraportada

En el otro lado del espectro se ubican las editoriales del Estado: Monteávila editores, Fundación Biblioteca Ayacucho, y la más nueva y prolífica, El Perro y la Rana.

En tres años de existencia y con el fin de estimular la lectura entre las masas, El Perro y la Rana ha editado 1.466 títulos y ha puesto a circular más de 40 millones de copias "gratis o a precios simbólicos, que van de BsF 1 a 5; es decir ninguno cuesta más de US$2", le explica a BBC Mundo el presidente de la fundación editorial, Miguel Márquez.

¿Significa eso que el país no necesita del libro importado? "Tanto en lo personal como lo institucional -asegura Márquez- creo que mientras más, siempre es mejor. Nosotros no tenemos una bibliografía completa que quiera suplantar a la empresa privada".

Para Márquez, el problema de la importación tiene que ver con "una realidad que vivimos, con el control de divisas, donde todos veremos cómo vamos obteniendo mejorías".

Pero además, explica de la "degradación" del libro en la lista de prioridades con un señalamiento: "hubo que cerrar el grifo porque había una estafa con la importación de materiales que nada tenían que ver con la literatura".

Diversidad

En los alrededores de la estación Chacaíto se ubica una de las 56 "Librerías del Sur" que venden los títulos de las editoriales oficiales. Como en la famosa cadena privada, los clientes son pocos, pero tienen sus gustos bien definidos.

Entre los más solicitados, se cuentan los de la colección "Alfredo Maneiro", definida en el catálogo de "El Perro y la rana" como "obras puntuales, urgentes, necesarias, capaces de desentrañar el significado de los procesos sociales que dictaminan el curso del mundo actual".

Algunos de sus títulos son El que se robó el periodismo que lo devuelva, Operación fascista sobre Venezuela y Deslegitimar el capitalismo: reconstruir la esperanza.

Márquez repasa las páginas del catálogo de su editorial y niega que sólo dé cabida a una corriente de pensamiento. Habla de una variada colección de teatro y da como ejemplo que también incluye poemas del nicaragüense Rubén Darío, "que no me van a decir que era chavista".

Pero cuando BBC Mundo vuelve sobre la "Alfredo Maneiro", las definiciones son inequívocas: "las ideas que estamos contribuyendo a circular son las que nos acompañan como fundamento de toda acción política que estamos llevando adelante", señala.

Esto es lo que hace encender las alarmas a editores como José Luis García. "Yo creo que nos estamos metiendo en un embudo muy peligroso para la lectura en Venezuela. Para final de año yo no sé qué libro va a haber realmente importante en el país", afirma.

"Se supone que el libro es un bien de libre comercio que debería circular sin restricciones en el mundo. Pero aquí nos estamos aislando" - José Luis García, editor de Urano Pomaire en Venezuela

Fuente: BBC Mundo, lunes, 18 de mayo de 2009.

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