viernes, 19 de junio de 2009

Apoyar la lectura desde los hogares



Los niños deben leer no sólo en nuevas tecnologías. El Plan Iberoamericano de lectura es una gran iniciativa

Ana María Abel

Lic. Ciencias familiares

Nos congratulamos por el apoyo para la educación de los hijos que nos proporciona el Ministerio de Educación y Cultura al promover el "Plan Iberoamericano de Lectura". Nos sentimos apuntalados en el empeño de que nuestros hijos aprendan a leer no sólo los lenguajes de las nuevas tecnologías. Actualmente, no nos es fácil sacar del interior de un hijo, al decir de Bécquer, las "notas dormidas que esperan la mano de nieve que sepa arrancarlas".

Tampoco se trata de que todos sean unos Cervantes. Sin embargo la competencia lectora es un valor que queremos para ellos porque facilita escribir bien, aprender otro idioma, les prepara un futuro mejor con una comunicación enriquecedora en un mundo con tanta información y tan poca comunicación interpersonal.

Ernesto Sábato al implementarse en Argentina el Plan Iberoamericano de Lectura, se dirigió a los niños y jóvenes: "quiero hablarles de los libros, de la importancia decisiva que tienen en la vida de los pueblos y de las personas, de la que han tenido en la mía. He venido a pedirles, con la autoridad que me dan los años, que lean. Yo también he leído de chico, y fueron los libros quienes me ayudaron a comprender y a querer la grandeza de la vida. Leía en aquellas bibliotecas de barrio (…) a los grandes de todos los tiempos, esos que nos entregan los abismos del corazón humano, la belleza y el sentido de la existencia".

Por todo esto, los padres aplaudimos el Plan Nacional de Lectura que deseamos apoyar desde los hogares. ¿Cuál fue la última vez que nuestros hijos nos vieron con un libro entre las manos? En la comida familiar es lógico que salgan comentarios sobre el libro que cada uno está leyendo o el autor que ha ganado tal o cual premio.

Quizá la próxima mejora a plantearnos en la casa, sea acondicionar los libros que tenemos, sacar el polvo de sus lomos y airear sus páginas con nuestra lectura: no vaya a ser que en la escuela o el liceo se aplique con énfasis este Plan y en casa no lo apoyemos con el ejemplo.

A veces nos quedamos en lamentos al constatar faltas de ortografía en los deberes de los chicos y pronunciamos la fatídica frase "en mi época". Pero nuestra época es hoy, el momento de la vida personal, familiar y laboral situado en estas coordenadas concretas de tiempo y espacio. El presente es el mejor tiempo, en el sentido de que es "nuestro", el que nos ha tocado vivir ahora.

No podemos quedar inertes ante frases que escuchamos de boca de algún informativista televisivo, quien, sin duda por la escasez de tiempo, nos hace saber que tal Parlamento "ha resolvido" tal cosa. Nosotros, también podemos a estas alturas, pulir nuestro vocabulario y redescubrir las grandezas de la existencia.

flia@iuf.edu.uy
En: El País digital, viernes 19 de junio de 2009.

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